reforma rosita

En este mismo local comercial, situado en la planta baja de un bloque de cuatro pisos, céntrico pero sombrío, estrecho y profundo pretende reanudar su vida reformándolo y convirtiéndolo en su casa.

Un encargo basado en la confianza desde el principio, a ojos cerrados. Como mejor pueden ser los encargos.

El proyecto se plantea como una cosa dentro de otra: una casa dentro de un local comercial.

La casa se apoya a un lado y al fondo y se despega del otro lado y de la fachada. Abrimos un agujero en el forjado, en el patio interior del bloque de viviendas, e introducimos la luz natural que dejaremos deslizar hasta la calle, siempre por fuera.

Antes, Rosita, todas las mañanas a las nueve en punto de la mañana levantaba la persiana. Ahora, cuando entra a casa, abre su puerta, también de hierro, junto a una celosía cerámica como las de siempre, pisa el césped, recuerda tiempos pasados y tras unos cuantos pasos, por el “exterior”, entra en casa, a cubierto, por fin.